Medicamentos para la tensión – Guía y consejos para la familia

Dada la alta incidencia que existe de hipertensión entre la población mundial, no es de extrañar que en alguna ocasión tengas que verte en la obligación o tesitura de tomar medicamentos para la tensión. En este artículo tendrás una guía sencilla sobre las causas vinculadas a la presión arterial alta y qué tipo de tratamiento es el más adecuado.

¿Por qué hay que tratar la tensión alta?

Los problemas de presión arterial alta no deben pasar inadvertidos, es un tema serio que afecta tu salud, pudiendo alcanzar consecuencias graves e irreversibles.

La tensión en una persona sana circula en valores inferiores a 120/80. Estos números indican la fuerza con la que el corazón bombea sangre y la fuerza con que la recibe respectivamente. Cuando el corazón late, bombea sangre hacia los músculos y órganos, cuando descansa entre latidos la recibe con una presión inferior.

Si la sangre viaja con mucha presión puede desencadenar microroturas capilares, edemas, infarto cerebral, desmayos, daño renal y derrames en cualquier parte del cuerpo.

Las personas con edades comprendidas entre los 50 y 80 años son las más susceptibles de sufrir problemas con su tensión, teniendo que recurrir a pequeños cambios dietéticos o médicos para regularla. Actualmente, por desgracia, cada vez son más los casos de personas jóvenes que sufren de hipertensión.

Cuando la tensión está por encima de 120/80 se considera alta, pero no grave. Cuando alcanza 140/90 es síntoma de preocupación y debemos acudir al médico cuanto antes.

Es evidente que el envejecimiento de nuestro sistema circulatorio, hepático y renal, favorecen que los valores se eleven, sin embargo, podemos encontrar otros factores que ayudan a que la tensión alcance niveles muy altos.

  • Sobrepeso.
  • Diabetes.
  • Sedentarismo.
  • Hipercolesterolemia.
  • Dislipemias.
  • Insuficiencia hepática.
  • Insuficiencia renal.
  • Dietas hipersódicas.
  • Estrés.

¿Cómo se desarrolla la hipertensión?

Cuando contemplamos a través de un tensiómetro convencional o un chequeo médico que nuestra tensión está mas elevada de lo normal, el primer tratamiento a considerar es un cambio en nuestro estilo de vida, seguido de uno dietético. Si así no se corrigiese, es cuando deberemos afrontar la decisión de hablar con nuestro doctor y que nos recete medicamentos para la tensión.

El estrés es uno de los máximos culpables. Cualquier tensión emocional, física o espiritual provocada por la familia, los hijos, el trabajo, amigos o dinero, afectará nuestra salud. En muchas ocasiones las subidas de tensión tienen lugar después de una crisis nerviosa. Cuando estas crisis se cronifican con el tiempo, es decir, se hacen más frecuentes, también lo hace tu tensión. Los riñones y el hígado se adaptarán a esa situación y para evitar imprevistos, modificarán diversos procesos hormonales internos que les permitan adelantarse a esa crisis.

El sedentarismo no es nada conveniente tampoco. Curiosamente cuando realizamos un esfuerzo físico, nuestra tensión aumenta, pues nuestros músculos requieren la llegada de oxígeno y nutrientes para moverse. Esto obliga a nuestro corazón a incrementar su capacidad de bombeo, a que los riñones aumenten la tasa de filtración, que nuestros pulmones agilicen el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono en los alvéolos y a que nuestro hígado comience a convertir nuestros depósitos de glucógeno y grasa en energía. Si nunca hacemos ejercicio, porque nos la pasamos sentados o sentadas en el sofá o nuestro trabajo es estrictamente sedentario, nuestros órganos se debilitan ante situaciones drásticas. Los músculos se atrofian, las arterias pierden flexibilidad, disminuyen los niveles de testosterona, los triglicéridos pasan más tiempo en la sangre, las células pierden sensibilidad hacia la insulina… Fijaros la cantidad de problemas que genera y que casualmente no son nada interesantes para nuestra tensión.

Otro culpable es la alimentación. De manera inequívoca se piensa que el sodio es bastante perjudicial, siendo así cuando la tenemos desarrollada pero no durante su desarrollo. El sodio se elimina muy bien a través de los riñones si el consumo de agua es adecuado y sólo las personas con problemas renales van a experimentar inconvenientes con este mineral. La sal no favorece una hipertensión precoz, salvo que su consumo sea tremendamente desmesurado. En cambio, las dietas hipercalóricas, el sobrepeso, el exceso de grasas, el azúcar, el alcohol, el tabaco y la falta de nutrientes esenciales sí que son determinantes en buena medida de que la tensión se suba por las nubes. Para entendernos: Todo lo que haga que nuestra sangre sea más viscosa y concentrada, aumentará la tensión.

Dentro de nuestro organismo, existe un mecanismo de control regulatorio que se encarga de nivelar la presión en la sangre. En la práctica clínica se le conoce como sistema renina-angiotensina-aldosterona.

Estas tres hormonas son las que se van a encargar de que todo marche bien y la presión no se dispare o disminuya de manera anormal. Debemos tener en cuenta que disfrutar de una buena salud hepática, renal y pulmonar también es crucial para que este sistema no se desplome.

¿Qué hacen los medicamentos para la tensión?

Los medicamentos para regular la tensión van a actuar sobre el sistema previamente mencionado. Normalmente hay dos grupos de fármacos que se utilizan en consulta. Unos son los inhibidores de la ECA (enzima convertidora de angiotensina) y los otros son los bloqueadores de los receptores de angiotensina (BRA). Es decir, van a impedir que se produzca angiotensina o van a evitar que ésta haga su función. El médico es el que valorará cuál utilizar dependiendo de la persona, edad, si toma otros medicamentos, etc.

Existe un tercer grupo que son los inhibidores de la renina, éstos actúan sobre el riñón, pero no son de primera opción, por lo que es raro que se receten.

Como añadido le sugiero visitar todo el espectro de fármacos antihipertensivos de primera línea, ya que dependiendo de si padece diabetes, está embarazada o presenta insuficiencia hepática o renal, se pueden emplear medicamentos que enzimáticamente trabajen vías diferentes. Por ejemplo los antidiuréticos o los betabloqueadores.

Simplificando brevemente el proceso es el siguiente:

  • La mácula densa, que es un grupo de células ubicadas en el túbulo contorneado distal del riñón, actúan como sensor osmótico. Cuando detectan que está pasando poca cantidad de cloruro sódico en la sangre, manda una orden al aparato yuxtaglomerular, donde en el interior de la arteriola aferente, unas células modificadas de músculo liso liberan renina (aquí es donde actúan los IDR). Esta renina convierte el angiotensinógeno producido en el hígado en angiotensina 1. Esta a su vez, mediante la enzima convertidora de angiotensina, en el pulmón, se convierte en angiotensina 2 (sobre esta enzima actúan los IECA). La angiotensina 2 es la encargada de producir la cascada de sucesos biológicos relacionados con la hipertensión. Uno de ellos es provocar una vasoconstricción en las arteriolas para aumentar la presión. Estas arteriolas tienen receptores AT1 (aquí es donde actúan los BRA). También permite la secreción de aldosterona en la corteza suprarrenal, la cuál incrementará la reabsorción de sodio, agua y cloro y liberará pequeñas cantidades de potasio. Ejerce también actividad sobre el sistema simpático y estimula a la glándula pituitaria para que sintetice vasopresina, con el objetivo de reducir la diurésis.

¿Cuando tomar medicamentos para la tensión?

Si su médico le sugiere iniciar un tratamiento con antihipertensivos, debe considerar antes regular su tensión de manera natural.

Lo ideal es adoptar una buena higiene alimentaria, controlando el consumo de proteína animal, disminuyendo la cantidad de azúcares simples y apostando por comidas frescas, bajas en calorías y ricas en nutrientes. Naturalmente como primera medida, se aconseja suspender el consumo de bebidas alcohólicas y cigarrillos en caso de hacerlo. Estas recomendaciones deben ir acompañadas de un programa de ejercicio físico apropiado para la persona, al menos 3 veces en semana.

Como he comentado, las emociones son importantes y nada de esto servirá si nuestra vida es un completo desastre, por lo que habrá que procurar solucionar antes de nada nuestra situación para no alterar al sistema nervioso.

Si estas prácticas no funcionan es cuando nos pondremos en manos de un fármaco. El médico siempre le intentará guiar hacia lo primero, sin embargo, hay ocasiones en las que por falta de motivación, factores genéticos, pereza o incompatibilidad se verá obligado a recetarle medicamentos para la tensión.

Si reunimos otros problemas como niveles muy altos de colesterol, dislipemia o diabetes de cualquier tipo, la toma del medicamento se hace más inminente. Hay que recordar que no curan nada, si no que previenen una tragedia irremediable como pueda ser un ictus o un derrame donde no de tiempo a defendernos.

¿Son malos los medicamentos para la tensión?

Del amplio abanico que encontramos de antihipertensivos que actúan sobre el sistema renina-angiotensina-aldosterona, los más utilizados son los IECA y los BRA. En esta revisión publicada el 17 de enero de 2012 se recogieron más de 100 estudios diversos que evaluaban la calidad y efectos secundarios de los medicamentos para la tensión alta. Se establece que:

  • Entre sus efectos secundarios más destacados están la tos seca, los mareos, jaquecas y edemas en las piernas.
  • En los IECA es más probable sufrir tusividad que curse con sequedad de las vías respiratorias. Sólo 9 de cada 10 personas se ven afectadas por ello.
  • Se requieren mínimo 15 días de tratamiento para alcanzar los niveles óptimos del fármaco en la sangre.
  • Ninguno de ellos es bueno o malo para personas que presenten niveles altos de colesterol y azúcar en plasma.
  • El organismo puede adaptarse a dosis pequeñas del fármaco por lo que requiere una continua supervisión mensual por parte del médico.
  • El primer paso de su metabolismo se hace por vía hepática, por tanto, es necesario preservar la integridad de este órgano durante el tratamiento y antes de iniciarlo. Problemas en el hígado impedirán en muchos casos un abordaje completo con IECA y BRA.

Algunos de estos medicamentos son el enalapril, que es un IECA o el losartán, que bloquea los receptores de angiotensina 2. El losartán además, ayuda a prevenir el daño en las nefronas y protege al paciente de algunas complicaciones a nivel cognitivo que ocasiona la hipertensión no controlada. Este grupo de medicamentos para regular la tensión son más seguros que los alfa y betabloqueantes, que están involucrados en la diabetogénesis.

Si usted es diabético o diabética, revise este artículo sobre el mecanismo de acción de estos antihipertensivos en su organismo.

Espero que os sirva de ayuda esta información. Ya sabéis ¡A seguid sanos/as!

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