Leflunomida – Cuidado si la tomas

La leflunomida es uno de los medicamentos más utilizados en el tratamiento de la artritis reumatoide y la artritis psoriásica. Constituye una buena alternativa para aquellos pacientes que no toleran bien el uso de otros inmunosupresores como el metotrexato (piedra angular), la azulfidina o la azatiopirina. Algunas otras enfermedades autoinmunes como la psoriasis, la espondilitis o el lupus son tratadas en muchas ocasiones con este medicamento.

En líneas generales, se presenta como un paliativo notablemente eficaz, según los reportes e investigaciones que le rodean. Se caracteriza por mitigar la sintomatología de la artritis y controlar el daño que esta produce sobre los tejidos articulares.

La artritis reumatoide afecta al 1% de la población, siendo el sexo femenino el más susceptible de contraer esta patología. Es una enfermedad caracterizada por la destrucción crónica del tejido cartilaginoso pudiendo incapacitar a la persona si su avance no cesa. A día de hoy, no existe una cura que permita la remisión completa de la enfermedad, salvo el uso de la dieta hipotóxica, que afortunadamente, gracias al trabajo de Jean Seignalet y colaboradores, ha conseguido muy buenos resultados. La nutrición debe ser siempre la base de cualquier terapia, apoyándonos en los medicamentos en casos específicos o estrictamente necesarios.

¿Qué problemas presenta la leflunomida?

Este inmunosupresor, según los análisis radiológicos de estructuras afectadas por artritis reumatoide, ha demostrado ser un gran freno de la enfermedad. Destaca porque carece de citotoxicidad, lo que evita la muerte o apoptosis de células sanas y malignas. Actúa bloqueando la enzima dihidrorotato deshidrogenasa, proteína clave y partícipe en la síntesis de pirimidinas. Este suceso afectará negativamente a la formación de nuevas células, especialmente linfocitos, cuya agresividad y comportamiento anormal es el culpable de la aparición de la enfermedad.

La leflunomida bloquea la maduración y proliferación de los linfocitos T impidiendo que sigan dañando tejidos sanos. De forma menos activa, es capaz de antagonizar la liberación de citoquinas proinflamatorias. Para la artritis es interesante, en cambio no es del todo selectiva. La leflunomida repercutirá también en otras células que curiosamente requieren renovaciones constantes, como es el caso de los hepatocitos, enterocitos y los colonocitos. Esto explica la hepatotoxicidad y las diarreas que produce en muchos usuarios del medicamento.

Si se combina con metrotexato (algo probable ya que este actúa sobre otra enzima) los efectos adversos pueden multiplicarse, aunque también los beneficios a nivel clínico, en el caso de que la leflunomida no haya sido suficiente barrera contra la enfermedad. Ya sea en monoterapia o combinada con otro fármaco, no deja de ser perjudicial para la salud, lo que conlleva a una profunda reflexión por parte del paciente y el médico a la hora de indicarla.

Asimismo, la leflunomida se ha contraindicado en casos de mujeres que deseen quedarse embarazadas o personas que hayan sufrido por cualquier otra causa una inmunosupresión (es el caso de diabéticos, toma de corticoides, antibióticos, SIDA, quimioterapia).

¿Tenemos algún sustituto natural para la leflunomida?

Como he recomendado en vídeos y otros artículos lo más sensato siempre es seguir las indicaciones de nuestro médico. Ahora bien, si nos han diagnosticado de manera temprana la enfermedad sugiero iniciar un cambio dietético, primeramente, que nos ayude a identificar la etiología de la artritis reumatoide. Si notamos mejoría, que suele pasar en el 95% de los casos podremos continuar con el regimen para mantenernos en remisión completa de los síntomas. En caso contrario, nos someteremos al tratamiento para evitar la degeneración progresiva de nuestras articulaciones.

A continuación dejo una pequeña guía basada en las recomendaciones de Jean Seignalet, con algunos añadidos, que me he tomado personalmente la molestia de añadir. Nos ayudarán a recuperarnos más rápido de los daños producidos y a lidiar contra la enfermedad.

  • Restricción completa de lácteos, cereales (excepto arroz integral) y cualquier derivado de los mismos.
  • Restricción de leguminosas. No están prohibidas, pero irritan mucho la mucosa del intestino, así que al principio lo mejor es eliminarlas. A partir del segundo mes pueden reintroducirse una vez por semana.
  • Restricción de agua de grifo y bebidas que no sean agua mineral o infusiones. El café no está prohibido pero como se consume normalmente el de mala calidad, está desaconsejado tomarlo diariamente. Podría resultar interesante tomarlo si la artritis viene acentuada por depósitos de calcio, ya que la cafeína ayuda a movilizar este mineral hacia los músculos.
  • Restricción de alimentos muy procesados, especialmente los que lleven aditivos peligrosos como los carragenanos, los monodiglicéridos de ácidos grasos, el benzoato sódico, glutamato monosódico, dióxido de titanio, colorante caramelo, azorrubina, tartrazina y edulcorantes artificiales (sobre todo sacarina sódica).
  • Limitar el consumo de azúcares refinados. El azúcar en altas cantidades puede promover la inflamación además de que genera un gran desgaste de agua, vitaminas y minerales por culpa de su metabolismo.
  • El consumo de carnes y pescados estará limitado a aquellos que no hayan sido procesados o manipulados en exceso. Por ello, quedan descartadas las carnes rojas (aunque sean una gran fuente de proteínas), los pollos convencionales, los pescados grandes y la carne de cerdo (excepto el jamón ibérico).
  • Pueden tomarse libremente vegetales de hoja verde bien lavados y preferiblemente de temporada, frutas de temporada peladas para evitar al máximo la entrada de pesticidas, huevos camperos, frutos secos crudos y pescados pequeñitos en lata como anchoas, boquerones, sardinillas, berberechos, almejas…
  • Sería interesante incluir algún fermento, reservando este lugar para el kéfir, pepinillos en vinagre, chucrut y si no hay parasitosis el té de kombucha podría introducirse también.
  • Tomaremos 1 litro diario de zumo de zanahorias de primera calidad. De este modo, nos aseguraremos una correcta eliminación de los parásitos del intestino.
  • Se pueden tomar con moderación también patatas, nabos, cebollas, crucíferas, ajos y tomates. Los tomates, berenjenas, pimientos y solanáceas de la misma índole pueden acentuar las dolencias articulares levemente en algunas personas. Si se diese el caso tendrían que retirarse.
  • Apoyaremos la dieta con algún complemento nutricional. Sugiero un complejo de vitaminas del grupo B, para esto suelo recomendar el Activize de Fitline. 1 gramo de glutamina diario, 1 gramo de vitamina C diario, 500 mg de magnesio, 30 mg de zinc (sin meter mucho más porque perjudicaremos la absorción de cobre, un mineral importantísimo para el mantenimiento del tejido conectivo), acetilcisteína al menos 500 mg para eliminar el exceso de mucosidad, curcumina y extracto de perejil, que podemos encontrarlo en el Basics de Fitline.
  • Adicionalmente añadiremos de forma obligatoria vitamina D y selenio para modular el sistema inmunitario. Es importante también incluir ácidos grasos Omega 3 ya sea a través de pescado de calidad o suplemento.
  • Iniciaremos la práctica de ejercicio regularmente para incentivar el desarrollo de masa muscular, potenciar la nutrición articular y promover la incorporación de minerales a los huesos.

Si la persona mantiene actividad física o tiene un trabajo que requiere la movilización de las articulaciones de forma activa como coger peso, subir escaleras, empujar cargas o colocar cosas en estanterías puede ser muy buena idea incluir con suplemento rico en sulfato de glucosamina y condroitina.

Espero que este artículo nos abra la mente y sea de ayuda. A seguid sanos/as.

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