No es raro contemplar la llegada de medicamentos novedosos que sirvan como coadyuvantes del adelgazamiento en personas que sufren de diabetes y obesidad. La aparición de Saxenda y Victoza está generando mucho interés en los médicos ya que permiten conseguir una mayor adherencia a los tratamientos antidiabéticos y la tan ansiada y esperada pérdida de peso. Los pacientes que están sometidos a terapias hipoglucemiantes o antihiperglucemiantes se muestran como es lógico, rehacios y temerosos a tener que adaptarse a una rutina de inyecciones, glucometrías y pastillas diariamente.
Las hipoglucemias suponen un freno en consulta
El gran problema que encuentran los médicos en la práctica clínica es conseguir que el paciente respete las indicaciones terapéuticas que le sugieren con el fin de atenuar su enfermedad o patología. El ejercicio y los cambios en la alimentación, aunque parezca mentira, parecen ser imposibles de lograr. Cada vez se hace más complicado hacer entender a los diabéticos la importancia de practicar ejercicio estimulante y controlar la ingesta de alimentos insalubres que no benefician su nutrición. Realmente lo entienden, sin embargo, llevarlo a la práctica les resulta una carrera de obstáculos interminable.
La solución, naturalmente, pasa por someterlos a terapias con antidiabéticos orales que pongan freno a las hiperglucemias y ayuden a mejorar su calidad de vida. Los médicos tienen que tratar con la enfermedad y en muchos casos con la falta de responsabilidad y de juicio de los pacientes, que en muchas ocasiones desobedecen el plan o exigen cambios en su tratamiento por culpa de los efectos adversos que les provocan.
El objetivo de suministrar hipoglucemiantes, metformina, inhibidores de los transportadores de sodio/glucosa o análogos de incretinas es reducir todo lo posible los niveles de hemoglobina glicosilada. Mantener controlado este parámetro, en niveles inferiores al 7% a ser posible, es crucial para prevenir los eventos cardiovasculares negativos. Especialmente si hay otras comorbilidades que empeoren el panorama, como son la hipertensión, las dislipemias, el hipotiroidismo y la edad avanzada.
La situación más indeseable de cara al paciente son las hipoglucemias severas. Es algo que suele pasar con la toma de hipoglucemiantes, raro en el caso de metformina y bastante común en personas con diabetes tipo 1. Las hipoglucemias leves pueden gestionarse eficazmente de forma independiente, pero las graves en muchos casos requieren hospitalización. Asimismo, la práctica de ejercicio y la restricción calórica en algunas personas incentiva las hipoglucemias. Esto les genera miedo e impide la sostenibilidad del cambio de hábitos en el futuro. La persona, por miedo a sufrir una hipoglucemia, aumenta el número de calorías en su dieta, abusa de snacks azucarados o reduce el tiempo que pasa realizando actividad física. Es fundamental cambiar esta inercia, pues los cambios en su estilo de vida son los que van a evitar la cronicidad de su enfermedad y que pueda desembarazarse del tratamiento farmacológico.
Saxenda y su papel en la obesidad
Llegados a este punto es donde nace Saxenda y Victoza, esta última, una fórmula con menos liraglutida. La liraglutida es la molécula clave de este medicamento. Una proteína que guarda un 97% de similitud con el análogo de GLP-1 producido en nuestro intestino. El objetivo de suministrar esta incretina de forma exógena es apoyar la síntesis de insulina en presencia de glucosa y gestionar eficazmente las hiperglucemias.
El Saxenda contiene una incretina de mayor duración, más de 12 horas, ya que tiene más afinidad por la albúmina y pasa desapercibida ante la DPP4 (enzima que degrada las incretinas endógenas). Los cambios en su conformación permiten que pueda suministrarse una vez al día solamente, que la absorción a través de vía subcutánea sea prolongada y que la persona no tenga que estar pensando en hacerse glucometrías y pincharse 3 veces al día. Comodidad tanto para el médico como para el paciente.
El uso de Saxenda se diferencia de Victoza en su composición. Saxenda incluye la aplicación de 3 mg de liraglutida respecto a los 1,8 mg que trae Victoza. Saxenda se ha diseñado exclusivamente para personas que presenten cuadros de obesidad importantes (IMC superior a 30) y tengan diagnosticada diabetes mellitus tipo 2. Victoza en cambio, se usa independientemente del IMC.
La pérdida ponderal que produce Saxenda se ha hecho muy popular, atrayendo la atención de personas que independientemente de si tienen diabetes o no quieren adelgazar.
Hay que mencionar, que el uso de Saxenda provoca una pérdida de peso durante los primeros meses entre 3 y 9 kilos. Después se notará un estancamiento que derive en frustación y confusión para el paciente, pues si no se modifican los hábitos dietéticos, el adelgazamiento quedará anulado. Además, la suspensión de Saxenda al ver que ya no satisface las preferencias de la persona, puede repercutir negativamente en la línea. Si dejamos de suministrar liraglutida de forma exógena, nuestra insulina perderá un importante punto de apoyo, perjudicando a nuestro metabolismo. Se inhibirá la glucólisis, aumentará la neoglucogénesis, aumentará la adipogénesis y nuevamente volveremos al principio de la partida.
Francamente, los beneficios que conseguimos con Saxenda pueden igualarse o incluso superarse con la práctica de ejercicio físico estimulante (rutinas de gimnasio, calistenia, aerobic, clases colectivas, natación, etc). Tanto la reducción de la presión arterial sistólica, los niveles de hemoglobina glicosilada, la mejora en la sensibilidad a la insulina y la prevención de daños micro y macrovasculares. Se entiende como es lógico, que la persona que haya sufrido una pérdida sustancial de células beta pancreáticas seguirá necesitando de medicamentos para llevar una vida normal.
No podemos olvidar tampoco el papel que juega la nutrición en esto. Nutrientes como el zinc, el cromo, la niacina, el magnesio, la vitamina C, vitamina D, los carotenos, la cisteína o la fibra que permiten una correcta señalización de la insulina, la respuesta y acción de segundos mensajeros, la modulación a nivel hepático sobre la neoglucogénesis… Pasan desapercibidos siempre y curiosamente son vitaminas y minerales que están bajos en más del 80% de las personas que sufren obesidad y diabetes.
Dicho esto, Saxenda no es la solución para la obesidad. Tal vez sirva como una puerta de entrada o trampolín, donde de una vez por todas se inicie el cambio de hábitos que determine la pérdida de peso y el control de las hiperglucemias a largo plazo. Al principio perderás unos cuantos kilos, sin embargo, por mucho que me duela decirlo, el estilo de vida sigue y seguirá siendo la clave de la recuperación.
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