Si os gusta cuidaros o leéis ocasionalmente revistas sobre salud y alimentación, recordaréis perfectamente haber oido que los Omega 6 inflaman y los Omega 3 desinflaman. O por ejemplo que el consumo de omega 6 es malo para el organismo y que los Omega 3 son la clave para resolver la gran cantidad de problemas cardiovasculares que existen. Los omega 6 generan controversia y como no, me gustaría aclarar si realmente un consumo de estas grasas es nocivo para tu salud y cómo saber si estás tomando demasiadas.
No todos los Omega 6 inflaman
Es importante desmentir la idea equivocada que circula sobre estos ácidos grasos. No todos los omega 6 inflaman, ni siquiera el ácido araquidónico, pues realmente lo que verdaderamente favorece la inflamación tiene mucho más que ver con las respuestas fisiológicas de nuestro organismo ante los nutrientes y pensamientos que introducimos en él.
Generalmente, se aconseja establecer un balance que vaya en detrimento de los Omega 6. El aceptable es que por cada 3 partes de omega 6 haya 1 de omega 3, para entendernos. Los valores de 1:1 y 4:1 también son saludables. Por desgracia, la alimentación moderna modifica este ratio tremendamente, elevándolo a favor de los omega 6 a un 15:1, 20:1, 30:5… Desvirtuando con ello la homeostasis de nuestro organismo. Digo desvirtuar porque no llega a alterarla negativamente en la práctica.
Entre los ácidos grasos omega 6, debemos poner énfasis en el ácido araquidónico, el cual está involucrado en la mayoría de procesos inflamatorios endógenos y el culpable de que los omega 6 sean tan malos de cara a la prensa. Este ácido graso proviene del ácido linoleico, no confundir con el ácido linolénico (omega 3). El ácido linoleico está presente en aceites vegetales de girasol, linaza, oliva, cáñamo, sésamo, colza y nuez. El ácido araquidónico además, se encuentra de manera aislada en alimentos de origen animal, sobre todo carnes, lácteos enteros, huevos y pescado.
Este ácido graso es precursor de unas moléculas que pueden desencadenar diversas cascadas a nivel bioquímico dentro de la célula, son los eicosanoides. Dentro de este grupo distinguimos a las prostaglandinas, tromboxanos y los leucotrienos, muy estudiados en el asma por estar implicados en la producción de histamina.
El ácido araquidónico puede tomar dos vías, que en función de la persona y las necesidades que tenga puede convertirse en:
- Leucotrienos y lipoxinas mediadas por la acción de la 5-lipooxigenasa.
- Prostaglandinas, tromboxanos y prostaciclinas mediadas por la acción de la ciclooxigenasa 1 y 2.
Todos los leucotrienos que se sintetizan a partir de ácido araquidónico son proinflamatorios, a diferencia del ácido eicosapentaenoico (EPA) que es un omega 3 que sintetiza leucotrienos antiinflamatorios, los de la serie 5. Otros ácidos grasos omega 6 que derivan del ácido linoleico, son el gamma y el dihommo gamma linolénico. Curiosamente, estos ácidos grasos siendo Omega 6 son muy relevantes por sus efectos citoprotectores y preventivos de enfermedades cardiovasculares. El gammalinolénico curiosamente inhibe la conversión de ácido araquidónico en leucotrienos estimulantes de la inflamación, los de serie 4.
Dicho esto, sería muy desacertado poner en la cesta a todos los omega 6, sabiendo que solamente el ácido araquidónico es el que está implicado en un estatus proinflamatorio. El ácido araquidónico es muy importante para la salud, pues gracias a él se pueden fabricar células que impidan la invasión de patógenos, respuesta y reconocimiento de virus, lucha contra bacterias y protección frente al estrés. Naturalmente, cuando la inflamación se cronifica en el organismo y se potencian sus efectos, el resultado es nefasto. Aquí es exactamente donde nacen los quebraderos de cabeza y si realmente es tan dañino incentivar el consumo de Omega 6.
¿Cuándo supone un problema el consumo de omega 6?
Para ser francamente sinceros, una persona sana que no se vea afectada por ninguna patología o condición que esté mermando su salud, no debe preocuparse por la cantidad de ácidos grasos omega 6 que consume. Si nos regimos por la realidad, esta nos dice que la mayoría de efectos negativos, son considerables cuando el individuo presenta una enfermedad o un problema de salud, algunos de ellos son:
- Esteatosis hepática no alcohólica (hígado graso).
- Cirrosis.
- Asma.
- Enfermedades autoinmunes.
- Psoriasis.
- Cefaleas en racimo.
- Obesidad grave.
- Diabetes.
- Cáncer.
Para estos casos, la ciencia médica nos ha demostrado con argumentos de peso, que los ratios desequilibrados entre omega 6 y omega 3 aumentan el riesgo de coronariopatías, complicaciones cardiovasculares, enfermedades hepáticas irreversibles… Hay diversas investigaciones y estudios al respecto que tendréis al final de este artículo.
Tal vez ahora, surja la pregunta de: ¿si estoy sano o sana, entonces no tengo que preocuparme? Teóricamente no. Digo esto porque salvo que el consumo de omega 6 sea desmesurado no habrá un desajuste a nivel bioquímico. Ahora bien, si padeces alguna enfermedad que curse con procesos inflamatorios agudos como las anteriormente citadas o estás sufriendo una necrosis o destrucción en tus tejidos a causa de una gran cantidad de células proinflamatorias, si que habría que prestar atención a la cantidad de omega 6 que tomas.
Para esclarecer el asunto, dejaría como titular lo siguiente:
No son los omega 6 que consumes si no los omega 3 que no consumes.
Está claro que el ratio tiende a favor, sustancialmente, de los omega 6, pero si tomas suficiente omega 3, el problema se corrige. La excepción nace en caso de enfermedad, que como digo, un ratio muy desfavorecedor o desequilibrado incrementaría el riesgo de tener consecuencias graves, máxime si el porcentaje de omega 6 ingerido está representado mayormente por ácido araquidónico.
¿Qué pasa con los Omega 3?
Tengo que reconocer que son los buenos en esta película, sin embargo, no son milagrosos. Es esencial comprender que alrededor de todo esto, hay mucho marketing por parte de diferentes compañías de suplementos porque se siga creyendo que los omega 6 inflaman y los omega 3 desinflaman tu cuerpo.
Hemos dejado claro que el consumo de omega 3 mediante la comida o suplementos es muy interesante y beneficioso para nosotros. Asimismo, un consumo de omega 6 ligeramente elevado en personas sanas no es motivo de preocupación, pues no todos los ácidos grasos de este grupo son perjudiciales. Me atrevería a decir que ni siquiera alto.
La conversión de ácido araquidónico en leucotrienos y prostaglandinas PEG1, puede estar acentuada en algunos casos, donde la expresión del gen que regula la 5-lipooxigenasa o la ciclooxigenasa 2 esté defectuoso. Algunas situaciones desembocan en procesos fisiológicos estimulantes de esta situación, como el estrés oxidativo (libera interferon gamma), el deporte intenso (destruye tejidos), exceso de calorías (lipogénesis), las crisis nerviosas (exceso de cortisol), la desnutrición (carencia de omega 3 por ejemplo), abuso de fármacos (desgaste hepático), tabaco (destruye la membrana celular), alcohol (favorece la síntesis de triglicéridos)… Vamos, un sin fin de factores, que analizados detenidamente tendrían más relevancia en la inflamación que comerse el tocino del jamón.
Como último apunte quiero remarcar el problema que tienen las personas que padecen obesidad, pues inducen una metainflamación global que desregula completamente la homeostasis del organismo. Y eso ya os puedo decir que no se cura tomando aceite de krill, omega 3 de atunes salvajes del antártico, aceite de kraken o alkilgliceroles. El omega 3 no se comporta como un ibuprofeno o un nolotil y no es la clave para tratar o prevenir enfermedades coronarias, infartos o diabetes, se requiere un trabajo preventivo mucho más integral y holístico por parte del individuo.
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Enlaces de interés (Estudios sobre omega 3):
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/26950145
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/30601174
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15945135
Totalmente de acuerdo. Es dificil de explicar y agradecemos que no te enrolles. Un saludo. Buen trabajo.