Adelgazamiento con inhibidores de amilasa

Se estima que en los países occidentales se consume entre 200 y 400g de carbohidratos por día, principalmente como almidón (60%); su sobreconsumo se ha asociado al sobrepeso y obesidad. Entre el 70 y el 80% del almidón es constituido por amilopectina, una cadena lineal larga de monómeros de glucosa unidos por enlaces a-1,4 y con ramificaciones en a-1,6 cada 20-30 residuos de glucosa. La amilopectina es digerida en forma eficiente por la amilasa pancreática en el duodeno y yeyuno proximal, liberando glucosa que es rápidamente absorbida. El 20-30% restante del almidón lo constituye la amilosa, una cadena lineal de glucosa unidas por enlaces a-1,4 que forma una estructura tridimensional en hélice cuyas espiras son estabilizadas por puentes hidrógeno. En consecuencia, el proceso de hidrólisis de la amilosa y de liberación de glucosa por acción de la amilasa es más lento que en el caso de la amilopectina y ocurre a lo largo del intestino delgado próximal. Por esta razón, el índice glicémico de la amilosa es más bajo que el de la amilopectina, siendo la amilosa considerada como la fracción del almidón «resistente» a la digestión. Es importante destacar que el tipo de preparación y cocción del alimento que contiene almidón influye sobre la digestibilidad y contenido de almidón resistente; en individuos sanos se estima que alrededor del 20% del almidón consumido llega al colón. El uso de inhibidores de amilasa se basa en el hecho que el almidón no digerido por la amilasa se pierde en las deposiciones con las calorías correspondientes, lo cual debería, por lo tanto, resultar a largo plazo en una disminución del peso para el consumidor.

¿Funcionan los inhibidores de amilasa?

En los años 70 se empezaron a estudiar numerosos inhibidores de amilasa principalmente provenientes de cereales (trigo y centeno, maíz) y legumbres (phaseolus vulgaris). No obstante, sólo a partir de la siguiente década aparecieron en el mercado los «bloqueadores de almidón» prometiendo a los consumidores una reducción del peso y un mejoramiento en su perfil metabólico (regulación de la glicemia e insulinemia). Los extractos purificados del poroto común son los más utilizados en los productos comercializados en forma de tabletas o cápsulas (Phase2 ™ y Phaseolamin 2250 ™). Las dosis diarias recomendadas para estos productos corresponden a 2 cápsulas 15 minutos antes de las comidas, con un máximo de 6 al día . El compuesto activo, la phaseolamina, es una glicoproteína de alrededor de 45.000 daltons que inhibe en forma no competitiva la amilasa, disminuyendo la digestión del almidón en estudios in vitro e in vivo. Sin embargo, el efecto real de los inhibidores de amilasa comerciales ha sido muy controversial, ya que diversos estudios realizados en los años 80 han reportado resultados incongruentes y poco concluyentes. Hollenbeck et al. realizaron un estudio en 8 sujetos alimentados con una dieta con 58% de carbohidratos (50% almidón, 50% sacarosa) en presencia de un inhibidor de amilasa o de un placebo. No observaron diferencias significativas entre ambos tratamientos en los resultados del test de hidrógeno en aire espirado (Hydrogen Breath Test, HBT) que mide la malabsorción de almidón a nivel intestinal y su llegada al colon, ni en la sintomatología digestiva (borborigmos, distensión intestinal, entre otros) ni tampoco en los cambios de glicemia y respuesta insulínica, indicando que la phaseolamina fue ineficiente en reducir o retardar la digestión de los 50g de almidón consumidos.

Resultados similares fueron descritos por Layer et al en 4 voluntarios en quienes se colocó una sonda oro-ileal y quienes debieron ingerir 50 g de almidón de arroz con placebo al día 1 y la misma cantidad de almidón con un inhibidor de amilasa al día 2. Con la administración del inhibidor se observó una reducción de 95% de la actividad amilasa en las muestras recolectadas desde el duodeno, yeyuno e íleon durante las primeras dos horas; no obstante, la actividad enzimática se restableció a niveles similares al control en el siguiente período de dos horas. Dichos resultados concuerdan con los resultados del HBT que mostró un incremento considerable de los niveles de hidrógeno espirado durante las primeras dos horas del estudio.

En otro estudio se administraron distintas dosis del inhibidor por una semana; la excreción de hidrógeno fue mayor con el inhibidor en comparación con el placebo; sin embargo, la ausencia de almidón no-digerido en las deposiciones de estos sujetos indica que este fue probablemente completamente fermentado por la microbiota colónica y que la energía correspondiente fue rescatada por el organismo en forma de ácidos grasos volátiles. Además, la excreción de hidrógeno disminuyó en un 60% después de una semana, sugiriendo un posible aumento de la secreción de amilasa pancreática para compensar la fracción inhibida por la phaeseolamina. Tanto en el estudio de Layer como en el de Boivin se observaron una disminución significativa de la glicemia postprandial. Las concentraciones plasmáticas de poli-péptido inhibidor gástrico (GIP), péptido C e insulina fueron también significativamente menores con el consumo del inhibidor de a-amilasa. Resultados similares fueron descritos por Vinson et al.: una dosis de 1.5g de phaseolamina comercial (Phase 2™) redujo la glicemia post-prandial en un 66%. Bo Linn et al. describieron similares hallazgos, reportando que la excreción fecal de energía como carbohidratos no variaba con el inhibidor comparado con el control. A diferencia de estos resultados, Boivin et al observaron un incremento significativo en las pérdidas fecales de carbohidratos durante el consumo de inhibidores comparado con el periodo control, pero que, sin embargo, resultó ser insignificante respecto a la cantidad de carbohidratos ingeridos en la dieta.

Por otro lado, Díaz et al. determinaron el efecto de un inhibidor de amilasa (1g/d) sobre el peso corporal de mujeres obesas chilenas que recibían una dieta controlada por 5 meses. Las variaciones del peso fueron similares en ambos grupos, tratado y placebo, de acuerdo a lo esperado considerando la dieta hipocalórica prescrita. Además, los autores no encontraron diferencias en los resultados del HBT entre ambos tratamientos y tampoco observaron un efecto significativo del inhibidor sobre la reducción de la glicemia. Thom et al. observaron que la administración de un inhibidor de a-amilasa a voluntarios disminuya el peso corporal, índice de masa corporal y porcentaje de grasa corporal comparado con el grupo placebo. No obstante, cabe destacar que el producto administrado también contenía Garcinia Cambogia, una sustancia capaz de reducir la absorción de la grasa en el intestino delgado, lo que podría en parte explicar dichos resultados. Finalmente, Udani et al. realizaron un ensayo clínico en 39 sujetos obesos que ingirieron 1.5 g de inhibidor de amilasa 2 veces al día con las comidas por 8 semanas, sin observarse cambios significativos en el peso corporal de los sujetos.

Bibliografía:

https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-75182011000200014

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