Artículo escrito y perteneciente a nuestra colaboradora Elisabeth Torres.
Dieta de la proteina
La dieta rica en proteínas se basa en la teoría de que los carbohidratos (sobre todo la pasta y el arroz) provocan alteraciones en los niveles de azúcar en sangre, lo cual estimula que nuestro cuerpo reserve grasas. Ante esta máxima, las dietas proteicas se basan en el aumento del consumo de proteínas frente a una reducción de los hidratos de carbono. De esta manera, la pérdida de peso se hace evidente porque se pierde agua, además de que, sin hidratos de carbono que quemar, nuestro cuerpo empieza a quemar su propia grasa para tener el combustible que precisa.
La dieta de la proteína es fácil de seguir porque la sensación de hambre es menor, pero el estado en el que entra el cuerpo al dejar de tomar hidratos de carbono se llama cetosis, lo que puede conllevar dolores de cabeza, náuseas, problemas de riñones, palpitaciones del corazón e irritabilidad, por lo que no hay que abusar de ella. Puede extremarse durante un tiempo limitado, pero una variable más moderada con menos grasa y sin la exclusión completa de carbohidratos puede funcionar más correctamente.
Pero ¿y qué se come exactamente en un dieta hiperproteica? Lo primero: están prohibidos los alimentos con frutas, cereales, azúcar y almidón. Sin embargo, en el desayuno tendremos que cambiar las tostadas y el zumo de naranja por huevos con beicon. ¿Y para el almuerzo? Pues una doble hamburguesa con queso. Y para la cena… ¡más proteínas! Un poco de pollo o algún pescado a la plancha. El acompañamiento puede ser una ensalada pequeña. Las carnes magras, la soja, los lácteos desnatados y los frijoles son las mejores fuentes de proteínas, pues sus nutrientes son muchos pero su contenido graso es bajo.
Conclusión
Y como todas las dietas, la de proteínas tiene sus pros y sus contras, pues los excesos nunca fueron buenos. Optar por ingerir una mayoría de proteínas y olvidarse de los hidratos de carbono tiene sus cosas buenas: da una mayor sensación de saciedad, es saludable (las proteínas son esenciales para el crecimiento y el desarrollo, además de que ayudan al sistema inmunológico) y la pérdida que produce es de grasa y no de músculo. Pero también tiene su parte mala: deshacerse de los carbohidratos conlleva deshidratación, pues estos estimulan al cuerpo para retener agua, si el consumo de proteínas es mayor de lo que gastas será inevitable un aumento de peso, al volver a la rutina de alimentos normal es probable que se engorde, el colesterol puede aumentarse debido a esa alta ingesta de proteínas, además de que pueden aparecer problemas renales. Es por ello que hay limitar su uso, además de que una dieta (aunque es mejor hablar de nuevos hábitos alimenticios que mantener en el tiempo) siempre ha de estar acompañada de alguna actividad física, amén de que un entrenador personal pone en forma al menos dado al movimiento.