Leptina

La leptina es una de las hormonas más estudiadas dentro del mundo deportivo y clínico. Los altos niveles de la misma inhiben el apetito y una reducción de estos promueve la autofagia. Antagonista de la ghrelina. Algunas personas, a causa de un sobrepeso importante pueden perder sensibilidad a la misma.

Función de la leptina

El adipocito es el determinante de la obesidad por ser el almacén por excelencia de la grasa y por su condición de órgano secretor de sustancias con efectos bioquímicos importantes. La cercanía de los adipocitos del abdomen al sistema portal hacia donde derivan las sustancias producidas por este y de ahí al hígado y a la circulación general, hacen especialmente peligroso su crecimiento.

El adipocito entre otras sustancias, produce leptina, hormona importante en la fisiopatología de la obesidad. Actúa a nivel del hipotálamo con disminución de la ingestión y aumento del gasto energético a través de su acción sobre el neuropéptido y la proteína relacionada con el agutí y los melanorreceptores. Tiene una acción simpática central mediada por la tirotropina, que favorece el incremento de la presión arterial, sobre todo en los estados hiperleptinémicos de la mayor parte de los obesos. Esta hiperleptinemia es específica a su acción anorexígena y no a su acción simpática; es por eso, entre otras razones, que el obeso mantiene el apetito y es propenso además a la hiperleptinemia. Tiene efecto angiogénico y de agregación plaquetaria; aumenta la producción del inhibidor del activador tisular del plasminógeno, lo cual favorece los procesos tromboembólicos; estimula la lipólisis e inhibe la lipogénesis y participa en el sistema de señales de acción de la insulina a través de los sustratos del receptor de esta con efectos de bloqueo, que se postulan como unos de los posibles candidatos para la insulinorresistencia del obeso. Por otra parte, la leptina tiene propiedades inmunoactivas que acompañan su efecto anorexígeno, pero que promueven consecuencias proinflamatorias

Como mejorar su actividad

La práctica de ejercicio físico, el ayuno intermitente y la reducción de calorías en la dieta, parecen ser efectivas para mejorar la actividad de la leptina. Al estar alterada en sujetos obesos, con resistencia a la insulina o exceso de triglicéridos en sangre, muchos individuos, a pesar de tener niveles altos de leptina, siguen sintiendo un gran apetito por ingerir alimento.

La leptina posee un mecanismo de retroalimentación negativa con los niveles de grasa. Ya que si los adipocitos están saturados de energía, éstos liberan cantidades importantes de leptina en la sangre, para frenar el apetito en respuesta a una satisfacción interna por parte del organismo. En muchos casos, especialmente obesidad y sobrepeso, los receptores de leptina no funcionan correctamente y el cerebro no percibe la orden de saciedad.

La micronutrición suele ser esencial en casos de pérdida de sensibilidad a la leptina. En algunas ocasiones, la estimulación del apetito viene propiciada por niveles bajos de minerales y vitaminas en el cuerpo, como potasio, magnesio, zinc, yodo, vitamina B… Ya que estos nutrientes se desgastan enormemente en dietas hipercalóricas y abuso de alimentos refinados, situación frecuente en personas que padecen obesidad y sobrepeso.

La leptina no se comercializa directamente pero algunos deportistas y personas que desean perder peso, toman complementos alimenticios que promuevan la producción de leptina o activen los mecanismos que estimulen la actividad de la misma. Entre estos se encuentran la sinefrina, garcinia cambogia, picolinato de cromo, café verde, extracto de alga ascophyllum, grifonia simplicifolia…

Interacciones: antihipertensivos, anorexígenos, sulfonamidas, hipoglucemiantes orales. *Efectos solo aplicados a los complementos que estimulen su actividad.

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